Si los excesos especulativos siempre han sido un motivo de preocupación, mayor es ésta cuando dichos excesos se ven potenciados por la escasez de recursos y protocolos de control.
Quizá no haya sido la primera vez en que un banco se ve notablemente afectado por la poca profesionalidad de sus Traders y las ineficientes medidas de control ejercidas sobre los mismos, pero sí que ha sido una de las más sonadas en la historia de los Mercados Financieros y, posiblemente, la de peores repercusiones.
También es una de mis historias preferidas y qué mejor manera de celebrar el post número 100 de Dogmafobia que escribiendo sobre ella.
EL COLAPSO DEL BARINGS
Uno se pregunta qué puede hacer que se produzca el colapso del banco británico que financió la adquisición de Luisiana por parte de Estados Unidos y que, desde el reinado de Jorge V, era considerado el banco de la monarquía británica. Uno se pregunta qué o quién puede conseguir que un banco con 233 años de historia sea adquirido por otra entidad financiera a un ridículo precio de £1. La repuesta, en el caso del Barings Bank, tiene un nombre concreto: Nick Leeson.
Contratado por Morgan Stanley tras terminar sus estudios universitarios, Leeson dejó al poco tiempo esta entidad financiera para ocupar un puesto en el Barings Bank, estando sus cargos funcionales, en ambas empresas, vinculados única y exclusivamente a tareas propias de Back Office. Su actividad, por tanto, se circunscribía a temas contables y administrativos.
Leeson, en cualquier caso, no pasó desapercibido en el Barings, motivo por el que se le transfirió a Jakarta para que solucionase los problemas contables que la oficina de Back Office allí sufría. La rápida resolución, menos de 10 meses, le valió el inadecuado ascenso en 1992 a director general de Barings Securities en Singapur, con capacidad para contratar Traders y personal de Back Office.
Cabe destacar que el equipo de Traders de Leeson tenía autoridad para ejecutar operaciones en mercado muy específicas. Por una parte, operaciones con Futuros y Opciones para clientes del Barings. Por otra parte, arbitraje sobre los precios del futuro del Nikkei 225 cotizados en el SIMEX y el OSE, aprovechando desajustes entre ambos precios. El tipo de operaciones autorizadas no debía suponer, en ningún caso, un riesgo importante en las actividades llevadas a cabo por los Traders de Leeson.
Sin contar la falta de control que existía sobre las actividades de Leeson, éste, que gestionaba simultáneamente el Front Office y el Back Office, obvió y eliminó una serie de necesarios controles y protocolos sobre la operativa llevada a cabo en Mercados.
Esto permitió que el propio Leeson, en poco tiempo, empezase a especular con el Futuro del Nikkei, no con operaciones de arbitraje, sino con apuestas direccionales, realizando para ello operaciones no autorizadas por el Barings. Leeson, para ocultar las perdidas, que desde un principio tuvo, creó la cuenta 88888.
La mala suerte y, sobre todo, la máxima de los malos Traders (in trouble, double), llevó a acumular en la cuenta 88888 unas perdidas de £2 millones al finalizar el año 1992. En 1993 las perdidas ascendían a £23 millones y en 1994 la cuenta 88888 contaba ya con unas perdidas de más £200 millones. Sorprendentemente, nadie en el Barings Bank se percató de este hecho.
El verdadero drama, sin embargo, llegó en 1995 cuando Leeson contaba con más del 50% de las posiciones abiertas en el Futuro del Nikkei y más del 85% en el Futuro del JGB.
Desgraciadamente para Leeson, en enero un terremoto conseguía que el Futuro del Nikkei perdiese en una única sesión más de 1000 puntos. A Leeson no se le ocurrió otra cosa que comprar más contratos de dicho Futuro, que no dejó de depreciarse en semanas posteriores.
En febrero de 1995 las perdidas que Leeson había ocasionado al Barings Bank ascendían a £827 millones, lo que situaba al histórico banco en la más absoluta bancarrota. Cuando la dirección del banco descubrió los hechos, confesados por el propio Leeson, éste ya había escapado a Malasia. Aunque el Banco de Inglaterra trató de socorrer de urgencia al Barings Bank, nada se pudo hacer y fue, finalmente, el Grupo ING el que asumió las deudas del banco adquiriendo éste por el módico precio de £1 libra.
Leeson fue finalmente detenido en Frankfurt (Alemania) y juzgado en Singapur, donde estuvo encarcelado hasta 1999. Mientras cumplía condena, a la vez que trataba de superar un cáncer, escribió una novela autobiográfica que posteriormente fue adaptada al celuloide.
Lejos de caer en el olvido de la infamia, terminó siendo inmortalizado gracias a la película Rogue Trader (protagonizada por Ewan McGregor) y viviendo, durante muchos años, gracias a las conferencias que daba sobre su experiencia en el Barings Bank.