El mayor salar del mundo

El lecho de un lago prehistórico con incrustaciones de sal, de 12.000 km cuadrados, está situado en Potosí, al suroeste de Bolivia, cerca de la cresta de los Andes, a 3.660 m sobre el nivel del mar. Es casi 100 veces más grande que el famoso salar de Bonneville, en Utah (EE UU), y tan plano que la NASA utiliza su superficie para calibrar los sensores a bordo de los satélites.

Durante la estación seca, de mayo a octubre, la corteza superficial de cloruro de sodio -de más de 10 m de profundidad en algunos lugares- está reseca y agrietada y parece que pertenece a otro planeta. Sin embargo, cuando llega la temporada de lluvias (entre noviembre y abril), suele estar cubierta por una capa de agua poco profunda, que hace difícil distinguir dónde acaba la tierra y dónde empieza el cielo.

Durante años, sólo los turistas intrépidos y los saleros han llegado a este remoto lugar. Pero ahora el gobierno boliviano tiene ambiciosos planes de extracción de minerales que supondrán grandes cambios en el aislado paisaje. Se cree que la región contiene la mayor reserva de litio del mundo, muy demandado para su uso en baterías ligeras.

Los planes para conectar esta remota zona con el mundo moderno a través de nuevas infraestructuras están en marcha, y la riqueza mineral oculta bajo esta prístina superficie reflectante hace que algunos predigan que Bolivia será «la Arabia Saudí del siglo XXI».

Actividades en las salinas

Debido a la gran presencia de sales y otros minerales, las salinas suelen ser lugares que se explotan por sus recursos. Además, hay muchas otras actividades humanas y de desarrollo que han tenido lugar en ellos debido a su naturaleza tan grande y plana. El Salar de Bonneville, por ejemplo, alberga récords de velocidad en tierra, mientras que el Salar de Uyuni es un lugar ideal para calibrar satélites. Su naturaleza plana también los convierte en buenas rutas de viaje y la carretera interestatal 80 atraviesa una parte del Salar de Bonneville.

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